EL GOBIERNO TIENE QUE AYUDARME
Estamos menos de una semana de la inauguración de un nuevo gobernador, el cuarto en las últimas 4 elecciones. La situación es crítica,; rebaja del crédito, el gobierno central con déficit billonario y algunos municipios incapaces de pagar su nómina. El gobierno federal a punto del abismo fiscal que representaría serios recortes a programas sociales en la isla. Muchos culpan a la administración Fortuño, otros la de Sila y la de Aníbal. Todos están equivocados.
Sin lugar a dudas las administraciones de Roselló, Sila Aníbal y Fortuño son parcialmente responsables por el desastre que vivimos pero son sólo un síntoma, no la raíz del problema. La raíz del problema es el puertorriqueño, el sagrado Pueblo y su actitud hacia su entorno.
Desde hace varias décadas, si no siglos, el puertorriqueño quiere que el gobierno se lo de todo; educación, servicios esenciales y empleo, sin que le cueste mucho trabajo [y si es posible ningún trabajo, gracias]. El puertorriqueño ve al gobierno como el genio de la lámpara de Aladino, capaz de concederle todo lo que quiere con un chistar de los dedos. El gobierno crea empleos, canchas de baloncesto, carreteras, escuelas y hospitales como por arte de magia. Y si no lo hace, se castiga al político de turno y se le vota en contra.
El puertorriqueño no confía en la empresa privada. Son los colmillus’, los riquitos, los blanquitos. No confía en los empresarios por que quieren hacer dinero, Oh, Gran Pecado Mortal!! Puerto Rico se entiende que si alguien hace dinero es por que le robo a otro, no por que con el sudor de su frente y mucho esfuerzo logro el éxito. El puertorriqueño se cree que la función del empresario es darle empleo; no entiende que para el empresario cada empleado es un gasto adicional, que unido al requerimiento de la Ley 80 de presumir de que cada despido es injustificado y sujeto a penalidad, lo desincentiva a crear plazas nuevas. Prefiere vivir de las ayudas del gobierno, de cupones, caseríos, tarjeta de salud, que salir a trabajar. Esta buscando al que inventó el trabajo para matarlo. Prefiere sumirse en el ocio, el alcoholismo y la drogadicción que pasar el trabajo de estudiar para conseguir un buen empleo.
Esta visión de mundo del puertorriqueño permea toda la sociedad. Los empresarios, en vez de buscar nuevas y mejores formas de producir o crear productos o servicios nuevos, prefiere buscar ventajería con el gobierno entrante, sea del partido que sea. Pregúntense cuantos IPO’s nuevos hay cada año en PR. La elite Boricua por décadas prefirió invertir en bienes inmuebles (terrenos, casas, condominios) y ahora ve sus inversiones desvanecerse y no sabe que hacer más que acudir al gobierno.
Por ello siempre he dicho que el primer paso en la transformación de Puerto Rico es el cambio de mentalidad individual del boricua de una de dependencia a una de autosuficiencia. Sin embargo, no he escuchado a político alguno decir esto. Al contrario, el gobernador electo establecerá una campaña publicitaria diciendo que “Somos más grandes.” Wow, estoy tan impresionado.
Debido esta dependencia sicológica es que opino que la gobernación de Alejandro García Padilla implotó antes de comenzar. Si el hiciera lo mejor para PR, o sea, disminuir el gasto gubernamental, menos empleos gubernamentales, aumentar recaudos, resistir el dar aumentos a las uniones, etc., salvará el crédito del gobierno pero será vilipendiado por la prensa, las uniones y el Pueblo camino a su derrota en el 2016, irónicamente los mismos que lo treparon en su pedestal. Por el otro lado, si contrata más empleados, aumenta el gasto, impone impuestos, etc., el crédito del país será chatarra y será vilipendiado por la prensa, las uniones y el Pueblo camino a su derrota en el 2016. Damned if you do, damned if you don’t.